Cuando hablamos de comprender no nos referimos meramente a una comprensión sintáctica o gramatical, a saber lo que cada palabra quiere decir y lo que el conjunto de palabras colocadas de forma determinada en una frase denota. Este tipo de comprensión textual superficial es la que aplicamos a instrucciones sencillas que encontramos en nuestra vida cotidiana como «Prohibido pisar el césped».
Existe una «dimensión literal» y una «dimensión relacional» de la lectura. La primera es la que nos permite reconocer la organización de las palabras y sus funciones; la segunda va más allá e implica vincular la información del texto con nuestros conocimientos previos y captar el significado, que puede muy bien no estar explícito en el texto. Solo si sabemos comprender e interpretar el sentido de un texto se puede decir que lo hemos leído plenamente. Y con esto no nos referimos simplemente a estar en condiciones de contestar a algunas preguntas acerca de él |
Roland Barthes comparaba la complejidad del texto con una cebolla. Al retirar una capa de sentido, aparece debajo otra distinta. Convertirse en un lector «competente», consiste en aprender a pelar todas estas capas, a profundizar en el sentido del texto y en las intenciones del autor. Tal como él mismo lo define:
Un lector competente es aquel que sabe identificar, reconocer y recordar lo que lee; sabe interpretar lo que se dice y lo que se quiere decir; sabe valorar la forma y el contenido de lo que se dice; y, finalmente, sabe organizar y reorganizar lo leído. |
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